Unificación de Alemania.
Entre 1850 y 1870, los estados que conformaban la Confederación Alemana, crecieron industrialmente a gran escala, debido al desarrollo económico que trajeron las enormes reservas de minerales que se encontraban en las cuencas del Ruhr, Silesia y Sajonia. Además de esto, la Confederación, y en especial el estado de Prusia, se vieron favorecidos comercialmente con la construcción de más de 10.000 kilómetros de vías ferroviarias, que facilitaban las comunicaciones y el transporte de los minerales. Estando así las cosas, los pequeños y fragmentados estados alemanes empezaron a ver como crecía su producción interna a pasos gigantes sin tener un gran mercado unificado en donde vender los productos. Esta sería la gran razón de la unificación alemana, que a diferencia del resto de las naciones europeas, causadas por las revueltas del 48, no fue guiada por la burguesía emprendedora, sino por los junkers, quienes pertenecían a la aristocracia terrateniente de Alemania. Dentro de estos junkers, se destacó particularmente un prusiano: Otto Von Bismark, quien organizó políticamente la unificación de los estados alemanes. Aun así, es importante decir que no solo políticamente se podía llegar a la unificación del estado nacional, su consigna para la unificación era “con sangre y con hierro”. Dentro de la Confederación y por fuera de ella, había rivalidades territoriales y de poder entre los mismos estados. Es por esto que Bismark, junto a la academia de militares prusiana, construyó la nación entorno a una jerarquía militar con muchos beneficios y atribuyéndoles un gran poder.
UNIFICACION DE ITALIA.
En los inicios del siglo XIX, las regiones italianas de Piamonte, Lombardía y Véneto eran las más desarrolladas económicamente en toda la península itálica. Pero el dominio extranjero y el absolutismo monárquico no iban a dejar que crecieran en el norte y en el sur también, en lo que se llamaba el “Mezzogiorno borbónico”.
Después de la derrota en la primera guerra de independencia contra Austria en Custozza (1848), el movimiento liberal Italiano se reagrupo entorno a la figura de Camilo Cavour que era primer ministro de Saboya. Cavour comprendía que un diseño unitario tendría que apoyar una concreta acción de desarrollo económico que favoreciera a los nuevos grupos burgueses en la península. Institucionalmente hablando, Cavour quería para Italia una monárquica constitucional, que fuera liberal en campo económico y político y que estuviera abierta a un prudente reformismo social. Con sus dotes diplomáticas, Cavour logró introducir la cuestión italiana a nivel de relaciones internacionales, que fue importante para la alianza que hizo con Napoleón III en los acuerdos de Plombieres (1858). En 1848 se creo un debate entre las corrientes democráticas italianas: radicales y otras más moderadas ligadas a las ideas de Mazzini. El fallo de casi todas las revueltas atrajo a muchos liberales a las ideas de Cavour de una Italia monárquica. De esa manera Cavour ganaba popularidad en la región. Para Cavour todo era cuestión de tiempo y preparación.
La segunda guerra de independencia contra Austria (1859), concluyó con la “década de preparación” que tenía presupuestado Cavour. Los piamonteses, ahora aleados de Napoleón III, lograron derrotar a los austriacos en esta ocasión. Gracias a esto, después del armisticio de Villafranca, Lombardía y los reinos de Italia central, que pertenecían al Imperio Austriaco, se unieron al Reino de Sardegna Y es por esto que, para ese entonces una expedición de voluntarios que se llamó “la spedizzione dei Mille”, guiada por Giuseppe Garibaldi, partió en 1860 y a Sicilia. Después de las victorias de Calatafimi y Milazzo, los Mille liberaron Sicilia y conquistaron el reino de Nápoles que pertenecía a los borbones. La expedición tenía el propósito de ir hacia los estados papales, pero Cavour lo paro, por miedo a un conflicto con la Iglesia, que era protegida de Francia. Por lo tanto, Garibaldi no fue hacia Roma y otorgó, en la población de Teano, las tierras conquistadas en las manos del rey Vittorio Emmanuele II. Después de los respectivos plebiscitos en los nuevos territorios conquistados, el 17 de marzo de 1861 nació el Reino de Italia.
Aunque el reino ya había estado constituido, la Italia como la conocemos hoy no estaba totalmente unificada, faltaba Roma y los estados dominados por la iglesia en el centro de la península los cuales tenían un poder militar muy fuerte ya que Francia los protegía. En 1870 un acontecimiento histórico le dejaría la entrada abierta al Reino de Italia para apoderarse de Roma y los estados papales. El 2 de septiembre del año en mención, Prusia derroto apabullante mente a los Franceses en Sedan, y tomaron prisionero a su emperador Napoleón III, por lo tanto, gracias a esto el Reino de Italia ocupara Roma y así después los estados papales , completando la unificación. El 17 de marzo de 1861 nació el Reino de Italia. Ese mismo año, en junio, murió Cavour, y el 27 de enero de 1862 se celebraron las primeras elecciones políticas, con sufragio restringido.
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